No te descubro nada nuevo si te digo que practicar deporte es garantía de buena salud. Aunque es cierto que, por suerte, cada vez somos más deportistas, me temo que nuestro día a día sigue teniendo mucho peso y nos empuja hacia la rigidez y el dolor.
Independientemente de que estés más o menos en forma, un accidente, un sobreesfuerzo o una postura inadecuada mantenida en el tiempo pueden provocar una lesión (ya sea de tipo muscular, articular, nerviosa, etc.) que te impida desarrollar tu vida con normalidad. Estas son algunas de las más habituales:
- Esguince.
- Contractura muscular.
- Latigazo cervical.
- Artrosis.
- Tendinitis.
- Lumbociática.
Te suenan, ¿verdad? Seguro que, en más de una ocasión, has sufrido alguna de ellas en tus propias carnes.
Cuando esto ocurre, ¿qué haces? ¿Quedarte sentado en el sofá a esperar que desaparezca el dolor? ¿Forzar la máquina porque no estás dispuesto a guardar reposo?
Siempre que se produce una lesión, lo más recomendable es acudir al fisio lo antes posible y tratar el problema para evitar que empeore y se convierta en algo más grave. Haciendo un buen uso de medios como electroterapia, magnetoterapia, ultrasonoterapia y una buena terapia manual podemos dar solución a estas lesiones, consiguiendo incluso prevenirlas de cara al futuro para que no vayan a más.